LAS CARTAS DEL BOOM

René Llatas Trejo
7 min readAug 6, 2023

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Un volumen recoge por primera vez las 207 cartas que, entre 1959 y 1975, se cruzaron los autores del Boom latinoamericano más influyentes del momento.

Mucho se ha escrito acerca del Boom latinoamericano y de los escritores que lo conformaron: Julio Cortázar (JC), Carlos Fuentes (CF), Gabriel García Márquez (GGM) y Mario Vargas Llosa (MVLL)[1]. Nunca fue una agrupación como tal, no obstante, su existencia ha permanecido a lo largo de los años con la diversidad de producciones literarias que los lectores han ido acompañando fielmente[2].

Los denominados Fab Four, pusieron un hito en el mundo literario occidental y latino. A la luz de los hechos se puede mencionar algunos factores que propiciaron este momento histórico-literario.

La importancia:

El Boom confrontó la perpetua problemática de la identidad latinoamericana, poniendo el acento en las emergentes políticas identitarias

Es indudable que el relato latinoamericano cobre una función específica en las novelas de JC, CF, GGM y MVLL. En dichas cartas se aprecia a veces con desesperación esta problemática incurable partiendo de la política y las horrendas maneras de conquistar el poder para gobernar. Cada noticia que reciben de Perú, Colombia, México y Argentina y de los otros países son humillantes y a la vez dolorosas. Con todo, la única acción posible es escribir, crear, asumir dicha problemática para exponerla con todas las armas literarias en forma y contenido a los lectores.

La Revolución y Cuba:

Hemos dicho ya que la Revolución cubana fue un catalizador del interés global por América Latina, y que sirvió para poner los ojos del mundo sobre su literatura.

Cuba estuvo en la palestra de la intelectualidad y la literatura a mediados del siglo XX. La Habana fue un foco. Quien quería conocer las nuevas ideas, la vanguardia poética, narrativa, cinematográfica tenían que pasar y respirar la isla. Podría decirse que Cuba fue el principio del fin de una hermandad con el famoso caso Padilla que conllevaron a grandes desencuentros políticos. “No es posible… que, en Cuba, en nombre del socialismo y a partir del chantaje de hacerle el juego al imperialismo, se instalen un tribunal permanente de los escritores cubanos y latinoamericanos”, le escribe CF a JC. Este caso sin lugar a duda puso a prueba las posiciones política-moral de los escritores, habiendo ovacionado y consagrado a la revolución, pasando a condenar o no condenar la persecución a los críticos de la revolución. Para GGM no había que enlodar la hazaña revolucionaria por unos casos aislados, por ejemplo. Y esto en plenos artículos o cartas abiertas o cartas al mismo Fidel firmadas por MVLL condenando el caso Padilla.

Lo fundacional en todo sentido:

El adanismo fue un rasgo del Boom…

Refundar la literatura y matar o desprestigiar a otros movimientos o autores actuales o de generaciones anteriores fue una motivación. Los cuatro escritores estaban embebidos de lecturas y escritores de todo el mundo, conocían el panorama literario latinoamericano y occidental mejor que nadie, viajando como verdaderos cosmopolitas, reseñando, traduciendo, intercambiando diversas referencias. Esto les daba argumentos para, por ejemplo, menospreciar a escritores como Alain Robbe-Grillet, desfasados en técnica y temática. El agotamiento de occidente era evidente y el Boom vino en cierta medida a refrescar y oxigenar en forma y contenido la literatura.

Cortázar decía al respecto sobre la novela: «No tengo el prejuicio de los ‘géneros literarios’: una novela es siempre un baúl en el que metemos un poco de todo. Fuentes le escribe a Vargas Llosa: “El futuro de la novela está en América Latina, donde todo está por decirse, por nombrarse, y donde, por fortuna, la literatura surge de una necesidad y no de un arreglo comercial o de una imposición política, como tan a menudo sucede en otras partes.

La importancia editorial:

Sin duda y también de las revistas académicas, y la ardua labor de la agencia literaria de Carmen Balcells.

Todos escribían una sola novela, La Novela de América Latina, así parecían exponer en sus cartas, pues como se ha mencionado lo que acontecía en la región permitía una infinidad de temas bastante suculentos. Los viajes de investigación de MVLL a la selva peruana para escribir La casa verde o los juicios a los responsables de la dictadura de Batista para El otoño del patriarca de GGM. Ciertamente todo este trabajo académico, intelectual, de gran envergadura literaria no hubiera sido posible y exitosa sin ese respaldo editorial como el de Balcells, Seix Barral, en España, o Sudamericana, en Argentina, negociando y logrando traducciones al francés, al inglés, etc. Además, la impresión de las novelas de los escritores del Boom fue tan notable que no demoraron en vender sus derechos de cuentos o novelas para ser llevados al cine. Por ejemplo, Buñuel quería filmar La ciudad y los perros, pero no encontraba los elementos necesarios ante las temidas censuras. Finalmente, Francisco Lombardi lo haría posible varios años después. Antonioni compró los derechos cinematográficos del cuento Las babas del diablo de Cortázar para lo que sería la célebre Blow-up. Aura, la novela de Fuentes, fue también llevada al cine por el director italiano Damiano Damiani.

Las cartas:

Se sabe que Cortázar no conservó ninguna carta, Fuentes conservó las que recibía y las copias de las que enviaba, y Vargas Llosa solo las que recibía; según contó, García Márquez perdió muchas de ellas.

Tu carta es como un pulso, algo tan vivo; es ese abrazo que después, cuando nos encontramos cada tanto tiempo, no sabemos darnos con los brazos porque siempre hay algo que nos frena y nos cohíbe, y al final hablamos de tantas cosas que no son en el fondo lo que podríamos hablar y que nuestros libros en cambio hablan por nosotros”, le escribió JC a CF.

Lo que podemos apreciar en estas misivas es la comunicación fluida de los asuntos literarios contemporáneos, las recomendaciones, los pedidos de editores, de cuatro escritores comprometidos con la literatura y la vocación literaria. En todo esto están involucrados y funcionan casi como una sociedad, porque generalmente son ellos cuatro.

Se saben un grupo, un cuadrado perfecto que va en búsqueda del éxito como escritor, pero no a costa de nada, no por orden del azar, no sin méritos, sino todo lo contrario, con una base bastante sólida, y esa solidaridad en la correspondencia se aprecia corrigiendo párrafos, textos, ofreciendo salidas, opiniones claras, transparentes, sin menoscabo, sin envidias carroñeras tan acostumbradas en los círculos literarios.

El Boom era un círculo, pero con los ojos en el mundo de la literatura.

El género epistolar está hoy en día prácticamente en desuso, aun puede considerarse retrógrado. “Nuestro verdadero destino está en la literatura epistolar”, le escribe GGM a CF. En Las cartas del Boom este género resucita de alguna manera porque la carta tiene la fortuna de transportar algo vivo, el mensaje en tinta, en lápiz o máquina de escribir. Comprender este hecho dentro del boom es fascinante. Nadie habla por ellos más que ellos mismos. Escuchamos la voz de estos cuatro grandes escritores latinoamericanos, en un inicio amical, pero con el correr de los años y con el contexto terrible, social, político y económico esa voz se va tornando pesimista, cansina. “La desacralización del Boom me parece saludable”, le escribe GGM a MVLL. “No hay más remedio que seguir luchando, gritando, diciendo lo indecible, aun a sabiendas de que fracasaremos”, le escribe CF a MVLL.

Las cartas de los integrantes del Boom pasaron entonces de valores altamente literarios, dando cuenta de sus trabajos creativos arduos, de compartir impresiones, reseñas, consejos y todo lo demás que almacena la creación literaria para producir las obras maestras que conocemos, a dar cuenta del penoso e infame devenir político y social de América Latina, volviéndose ellos mismos en personajes controversiales, sometidos a las críticas de todo calibre debido a sus opiniones y posturas públicas.

“Pero ya ves, la historia se nos cruza siempre. Y se nos cruza, en México, con sangre, con muerte, con hechos terribles que nos borran las palabras posibles, tanto es el dolor y el asombro y la ira ante los cadáveres terribles, no inútiles, pero sí evitables. Entonces la boca es una herida fresca, la sangre te ahoga y las palabras usuales dejan de escucharse: gritamos, como animales”, le escribe CF a JC.

Las cartas del Boom es un epistolario magnífico, por lo que es menester leer sin más. Estas cartas son un trayecto, un viaje que todos conocemos por evidencia, pero no por vivencia. El valor literario intrínseco supera a cualquier otro de tipo ideológico, personal, familiar, etc. Este libro no hubiera sido posible por el grandioso trabajo de los editores Carlos Aguirre, Gerald Martin, Javier Munguía y Augusto Wong Campos, que incluye además ensayos, entrevistas y documentos.

El único escritor vivo del cuarteto latinoamericano es Vargas Llosa quien en 2017 expresó en la FIL Guadalajara: “El Boom ya no existe. Yo soy el último sobreviviente. A mí me toca el triste privilegio de apagar la luz y cerrar la puerta”.

[1] Uno de los últimos estudios imprescindibles es el libro de Xaví Ayén, Aquellos años del Boom (2019, Debate)

[2] ¿Qué otros autores debieron estar en este grupo? Siempre será tema de discusión, pero si hubo un autor que ha figurado como una sombra, una gran sombra, además, fue Miguel Ángel Asturias, Premio Nobel de Literatura, sin duda un antecesor que los cuatro escritores del Boom a menudo citaban en sus cartas.

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René Llatas Trejo

Écrivain; blogger; autor de Aftersun. Ha realizado colaboraciones en revistas del medio como Buensalvaje, El Dominical del diario El Comercio, entre otras.